CIUDAD DE MÉXICO, México — Diego Barranco, un panadero originario de Ozumba, un municipio ubicado en el Estado de México, ha creado una serie de galletas con diseños inspirados en el arte prehispánico del país. Él define su trabajo como una “artesanía en masa de pan”.
Las culturas prehispánicas son una serie de civilizaciones que se asentaron en gran parte de lo que hoy es México, entre el año 1500 a.C. y 1521 d.C., como las culturas azteca, mexica, maya, olmeca, tolteca, teotihuacana, mixteca y zapoteca.
El panadero, de 43 años, dice que su afición por estas culturas lo llevó a pensar en la posibilidad de combinar la herencia de esa época con su oficio.
Tiene una curiosidad especial por la cultura Teotihuacana, la cual se asentó en lo que hoy es el Estado de México, entre el año 300 y 900. Los hallazgos de algunas figuras de gente cercana al lugar lo inspiraron primero a realizar réplicas de algunas de las piezas en pan, y posteriormente a aplicarlas en las galletas.
“Veía las piezas arqueológicas que se encontraban los campesinos que trabajan en la zona, como las mascarillas, cuerpecillos y ese tipo de cosas. Comencé a practicar con las primeras mascaritas. Fuimos aprendiendo, practicando y desarrollando más tipo de arte en galletas, y ahora hemos alcanzado un nivel más alto”, dijo Barranco a Zenger.
Además de hacer pan tradicional, Barranco se dedica desde hace tres años a realizar figuras con motivos precolombinos. Entre sus creaciones se encuentran galletas con forma de máscaras teotihuacanas, hombres con penachos, caballeros jaguar (soldados del imperio mexica), y deidades mexicas como Tláloc (dios de la lluvia), Xochipilli (dios de las flores) y Coyolxauhqui (diosa lunar). También ha realizado réplicas del árbol de la vida, una escultura tradicional perteneciente al México contemporáneo, que explica la creación del mundo.
Arte prehispánico hecho galleta
La complejidad en la elaboración y los precios suelen variar entre piezas. Una galleta pequeña y de apariencia sencilla le puede tomar 10 minutos para hacerse, y se puede vender en tres a cinco dólares. En otros casos, como la mega galleta de 5 kilogramos, su trabajo más elaborado. Ha invertido hasta tres semanas de trabajo diario y el precio es de 350 dólares.
“Hemos elaborado dos mega galletas del tamaño de una charola de pan, de 60 centímetros por 40 centímetros. La primera fue un árbol de la vida. Desarrollamos en ella las cuatro deidades: el fuego, la tierra, el agua y el viento. Hicimos después otra basada en el arte teotihuacano. La desarrollamos con base en un templo y continuamos colocando máscaras y acabados característicos. Ese trabajo no lo encuentras en ningún otro lado”, dijo.
Debido a la curiosidad que las galletas artesanales despiertan en la gente, Barranco dice que ha tenido que documentarse más sobre la historia de las figuras que está realizando, pues muchos clientes desconocen el significado de las piezas.
“Hay que tener una base de la información, saber qué estamos haciendo, qué representa. Por ejemplo, puedes hacer un guerrero jaguar o un dios, y si no sabes qué es, tienes que estar informado para explicar a la gente que pregunta. Eso los atrapa”, dijo.
El trabajo de Barranco ha sido bien recibido por los clientes asiduos que acuden a su taller Teotlaxcalli, en Ozumba, y por los nuevos que llegan a festivales, mercados y ferias donde también se presenta. Les gusta que las manifestaciones artísticas de la época prehispánica sigan vigentes en nuestros días. También se conectan con su pasado.
“Me parece muy interesante el concepto que Diego maneja en sus diseños. Nadie del rumbo se había atrevido a realizar ese tipo de proyecto. Principalmente, reconozco la dedicación que le da a la elaboración de cada una de sus piezas. El arte que transmite en ellas es único, y el sabor de sus galletas y panes es delicioso”, dijo a Zenger Yarmil Rivera, clienta de 36 años.
Una de las preocupaciones de Barranco es poder transmitir esta novedosa técnica a las nuevas generaciones. Actualmente, se encuentra capacitando a sus hijos para que en el futuro se hagan cargo del negocio y de las recetas de sus creaciones.
“Ellos vieron el comienzo de este tipo de artesanías. Les vamos a heredar el oficio porque también lo van a aprender y a no dejar que esto muera”, dijo Barranco.
“Para mí [aprender esta técnica] es algo interesante, ya que es como retomar y preservar una parte de la antigua cultura prehispánica que aún se sigue manteniendo a través de piezas comestibles. Hay mucha responsabilidad para transmitir esto a las nuevas generaciones, para que nuestras raíces y la cultura jamás se olviden”, dijo Erick Martínez, hijo de 17 años de Barranco.
Barranco dice estar agradecido por la respuesta que sus productos han tenido, en gente local y de otros países. Él desea continuar con su emprendimiento. Hace un llamado a conservar tradiciones y a preservar la cultura prehispánica del país.
“Quiero continuar adelante. Ahorita, se abren los mercados y hay gente interesada. Aquí venimos peleando fuerte, desde abajo hasta arriba … Día con día estamos haciendo bocetos. Todo el tiempo estamos pensando en nuevas ideas. Deseo [que] apoyen a los artesanos locales. Hay muchos con bastante talento en muchas comunidades del país”, dijo.
Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas