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Bryce Covert

Los proveedores de cuidado infantil de EEUU aún luchan por sobrevivir

El sector de las guarderías de Estados Unidos ha sido aplastado por la pandemia del COVID-19.

Desde que el virus llegó a principios de 2020, alrededor de un tercio de las guarderías cerraron y unos 111,000 trabajadores han abandonado el sector. Para frenar la hemorragia, el Congreso asignó decenas de miles de millones de dólares, incluidos 39,000 millones de dólares el pasado mes de marzo bajo los auspicios de la Ley del Plan de Rescate Americano (ARP), firmada por el presidente Joe Biden. Ese paquete incluía 24,000 millones de dólares en subvenciones a los estados, para ayudar rápidamente a los proveedores que luchaban por mantenerse abiertos.

Sin embargo, muchos estados han tardado casi un año en iniciar el proceso de solicitud, por no hablar de hacer llegar el dinero a los necesitados. Y ahora ese dinero es más importante que nunca: con la promesa de una solución estructural para el maltrecho sector en espera después de la desaparición del plan "Build Back Better" de Biden, esos fondos ARP son todo lo que se interpone entre muchos proveedores y su cierre definitivo.

Algunos estados, como Connecticut, hicieron lo que se suponía que debían hacer, es decir, entregar los fondos a los proveedores ya en junio pasado. Pero otros —como Florida, Missouri y Texas— aún no habían puesto a disposición las solicitudes, ni siquiera a principios de este mes. Colorado, Iowa y Nueva Jersey acaban de abrir sus portales, mientras que algunos estados que ya aceptaron solicitudes aún no han distribuido los fondos. A mediados de enero, nueve de esos estados aún no le habían pagado a los proveedores de servicios de cuidado infantil, según Stephanie Schmit, directora de cuidado infantil y educación temprana de Center for Law and Social Policy.

Después de la pandemia y los cierres, el Congreso incluyó 3,500 millones de dólares para el cuidado infantil en su paquete de rescate inicial en abril de 2020, y otros 10,000 millones en un segundo proyecto de ley en diciembre. Pero con 39,000 millones de dólares, "la escala de la financiación de ARPA es muy diferente", dijo Anne Hedgepeth, directora principal de asuntos gubernamentales federales y estatales de Child Care Aware of America, una red de agencias de recursos y referencias para el cuidado de los niños. Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentaron los estados, dijeron los defensores de la educación infantil, fue la falta de una infraestructura existente para obtener subvenciones para los proveedores de cuidado infantil. Antes de ARP, la financiación pública para guarderías (y, por tanto, la dotación de personal de las agencias que las distribuyen) solía ser limitada, y solo llegaba a "un pequeño número de proveedores", dijo Schmit.

La mayoría de los estados simplemente no tenían la capacidad de distribuir rápidamente tanto dinero a tantas empresas, dijo. (Para leer más: Cómo el cuidado de niños se convirtió en el negocio más quebrado de Estados Unidos). Los proveedores de cuidado infantil de Estados Unidos han sido arrastrados de un lado a otro durante la pandemia y muchos se vieron obligados a clausurar durante los cierres iniciales. Cuando volvieron a abrir, se vieron perjudicados por la falta de empleados dispuestos a volver y por los padres recelosos de enviar a sus hijos en medio de la oleada de infecciones. A medida que el sector se contraía, la falta de guarderías obligaba a los padres que trabajaban a quedarse en casa, alimentando aún más la escasez de mano de obra.

Los proveedores se enfrentaron a retos adicionales. Mantener a los empleados y a los niños sin infectarse es una tarea costosa. El distanciamiento social y otras precauciones limitan necesariamente el número de niños que pueden ser alojados con seguridad—lo que a su vez limita los potenciales ingresos. Mientras que la mayor parte de la economía estadounidense ha sufrido mucho como consecuencia de la crisis, el sector de las guarderías ha estado en el ojo del huracán.

Y la tormenta aún no ha terminado. "Hay una necesidad desesperada y continua de una vía de escape", dijo Hedgepeth.

Tim Kaminski es el propietario de Gingerbread Kids Academy en Richmond, Texas, que antes de la pandemia atendía a 230 niños y a otros 350 en programas extraescolares. Dijo que todavía no puede solicitar el dinero de ARP.

El año pasado, recibió 221,000 dólares como parte del segundo paquete de rescate, dinero que le permitió mantener a los empleados, aumentando el sueldo 2 dólares por hora. Pero en marzo ese dinero se agotará, dijo Kaminski, y se verá obligado a recortar trabajadores y programas. Mientras tanto, el número de niños matriculados en sus dos guarderías principales es aproximadamente el 75 por ciento de los niveles anteriores a la pandemia, y alrededor del 50 por ciento en sus cinco centros extraescolares, dijo.

Su subvención ARP, que según Kaminski debería superar los 600,000 dólares, cubriría las nóminas hasta finales de año, dijo. Pero incluso con los funcionarios de Texas diciendo que el proceso de solicitud comenzará este mes, Kaminski expresó sus dudas de que el dinero llegue a tiempo. "No saber con qué rapidez recibiremos esta otra ronda de dinero es estresante, porque no tengo ingresos adicionales", dijo. "Todo está en el aire ahora mismo".

Francisco Gámez, un portavoz de la Comisión de la Fuerza Laboral de Texas (TWC), dijo que la agencia actualmente está modificando sus sistemas en preparación para manejar las subvenciones ARP. Gámez dijo que 13,386 proveedores de cuidado infantil autorizados (de un total de 15,606 operaciones en todo el estado) serán "invitados a aplicar este mes".

"El problema no es la voluntad", dijo Kim Kofron, directora de educación infantil en Children At Risk, una organización sin ánimo de lucro centrada en la pobreza infantil, sino que Texas dispone de miles de millones de dólares que debe hacer llegar a miles de proveedores, todo ello canalizado a través de una compleja red gubernamental. La Comisión Estatal de Salud y Servicios Humanos (HHSC) supervisa la concesión de licencias para el cuidado de niños; la TWC distribuye las subvenciones. "Uno de los mayores obstáculos fue conseguir que esos dos sistemas de las agencias se pusieran de acuerdo", dijo Kofron.

Pero el daño ya está hecho. De acuerdo con la agencia, el número de empresas de cuidado infantil supervisadas por HHSC cayó aproximadamente un 9 por ciento desde febrero de 2020. Los proveedores que no se han hundido, dijo Kofron, están "colgando de un hilo".

"Necesitábamos ayuda en ese momento. Pero la necesitamos aún más ahora". Pero, incluso en los estados donde el dinero de ARP ha comenzado a fluir, el cuidado infantil sigue en problemas. Tiffany Skaggs dirige un pequeño programa en Waverly, Iowa, que atiende a solo ocho niños. Para los microproveedores como ella, el costo del equipo de protección y de la comida se volvió prohibitivo. Skaggs dijo que ella y su esposo tienen segundos trabajos para poder pagar las facturas, incluyendo trabajar los fines de semana en una biblioteca y hacer la captura de datos en línea.

Skaggs dijo que el estado le dio 500 dólares al mes a principios de 2021 y hasta 1,500 dólares al mes más adelante en el año—solo "una curita", dijo. Ahora, la forma en que la Iowa está distribuyendo los fondos de ARP podría significar que esas subvenciones anteriores le impidan obtener fondos federales adicionales.

"Necesitábamos ayuda en ese momento. Pero la necesitamos aún más ahora".

"He tenido que tomar muchas decisiones difíciles mientras espero la financiación", dijo, incluyendo la limitación de las inscripciones. "Pero me niego a rendirme, porque cada semana cierran más programas de guardería familiar en Iowa".

La proveedora de cuidado infantil Kay Strahorn, quien dirige Bidwell Riverside Center en Des Moines, Iowa, dijo que ni siquiera sabía que existían las subvenciones ARP sino hasta hace poco. Tiene dos profesores menos, lo que restringe su capacidad de inscribir a más niños. Dijo que solicitó el dinero de ARP hace dos semanas y que espera obtener 80,000 dólares este mes, pero que "habría estado bien tener estos fondos hace un mes", dijo. "Iowa no ha manejado bien la situación", dijo. En su defensa, Hedgepeth dijo que la mayoría de los estados tuvieron que construir sistemas para ARP desde cero y dedicar meses a la divulgación. Los proveedores familiares y a domicilio fueron especialmente difíciles de contactar, dijo. "No es tan sencillo como poner un formulario y esperar que la gente envíe su información".

Sin embargo, los gobiernos estatales fueron a menudo víctimas de su propia burocracia. Según un portavoz de la agencia, el Departamento de Educación Primaria y Secundaria de Missouri ha estado esperando a que la legislatura estatal le autorice a asignar fondos. Hedgepeth dijo que la decisión de Alaska de asociarse con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos desencadenó un largo proceso de contratación. Y, de acuerdo a Schmit, el programa de Colorado se retrasó porque envió una solicitud de propuesta fuera de su red normal de contratistas.

Por el contrario, los fondos constituyen una gran diferencia en los estados que pudieron obtener rápidamente el dinero de ARP.

En Connecticut, uno de los principales objetivos era conseguir que las subvenciones ARP salieran "rápida y eficazmente", dijo Elena Trueworthy, directora de la Oficina de Colaboración de Head Start del estado. Los administradores le dieron prioridad a que la solicitud fuera lo más sencilla posible, así como también trabajaron con socios existentes para poner en marcha el proceso, como con United Way of Connecticut, que ya tenía relaciones con todos los proveedores de servicios de guardería del estado, dijo Trueworthy.

El estado dijo que desembolsó108 millones de dólares de fondos de ARP a 2,564 programas. Bristol Child Development Center es uno de ellos. Maegan Adams, la directora ejecutiva, solicitó el dinero el pasado mes de mayo. En junio, llegó un primer pago de 307,737 dólares, dijo. Adams usó el dinero para dar bonificaciones al personal (para alentarlos a quedarse) y para arreglar un tejado con goteras, entre otras cosas. Un salón de niños pequeños tuvo que ser trasladada a una sala de profesores al principio de la pandemia, para permitir el distanciamiento social, pero los fondos de ARP le permitieron renovar la antigua aula para que esos niños pudieran volver con seguridad.

El dinero permitió al centro de Bristol "seguir teniendo un entorno seguro para los niños", dijo Adams. "Nos ayudó a mantenernos a flote". La financiación de ARP ha ayudado a Connecticut a mantener "la oferta de guarderías", dijo Beth Bye, comisionada de la Oficina Estatal de la Primera Infancia. Connecticut sufrió 130 cierres de guarderías menos el año pasado —durante el punto álgido de la pandemia— que en 2019, antes de que esta comenzara.

"Francamente, no sé cómo están aguantando en otros estados", dijo Bye.

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