Durante casi dos décadas trabajé en iniciativas federales de educación e historia pública para apoyar a minorías, comunidades diversas y comunidades desatendidas. Y lo hice siempre guiada por mi cultura y experiencia de vida como mujer judía cubana estadounidense y como directora de Alcance Hispano y Comunicaciones del Departamento de Educación de Estados Unidos.
Los latinos son el segundo grupo étnico más grande de la nación, y somos un grupo muy diverso. En California, los estudiantes latinos de escuelas públicas son una mayoría creciente, actualmente representan el 55% de la población. Tenemos mucho poder y debemos levantar nuestras voces en todos los aspectos de la vida cívica, incluido la educación.
En los últimos años la comunidad judía ha protestado abiertamente contra lo que sucede en las escuelas públicas. Los judíos son un pequeño grupo etno-religioso siendo sólo 2% de la población en Estados Unidos y .02% de la población global. Cuando un grupo está tan angustiado, todos los demás grupos deberían preocuparse.
En general, nuestras aulas están cada vez más atrapadas en las guerras culturales entre la derecha y la izquierda. El impacto de esto en la comunidad judía varía, pero en demasiados casos hemos visto las perspectivas judías borradas y contenido antijudío y antiisraelí activamente promovido en la educación pública. Un ejemplo fue la primera versión del Currículo Modelo de Estudios Étnicos de California (ESMC), un esfuerzo importante para luchar contra el racismo que fue torcido y convertido en una plataforma para el antisemitismo —la intolerancia y el odio antijudíos, las narrativas antiisraelíes y otras formas de prejuicio. En su revisión inicial, el consejo editorial de The Los Angeles Times criticó la propuesta, diciendo que “el plan de estudios parecía ser sobre imponer puntos de vista políticos pre digeridos en estudiantes que en ampliar sus perspectivas”. José Íñiguez, ex presidente de Comisión de Calidad Instruccional de California, expresó su preocupación por la “politización” del plan de estudios debido, por ejemplo, a un uso unilateral del lenguaje manifestado en calificar al capitalismo como una “forma de opresión”.
Ahora, los autores y partidarios de ese primer borrador tóxico han lanzado una campaña nacional para promover un enfoque similar en las escuelas públicas de todo el país. Así, los judíos y los no judíos deben tomar medidas para proteger a nuestros niños de la intolerancia y el prejuicio institucionalizados.
Si bien el ESMC de California se corrigió en el transcurso de dos años, los redactores del primer borrador formaron su propia organización llamado el Instituto de Currículo Modelo de Estudios Étnicos Liberados (LESMC). El liderazgo de LESMC ha difamado a las instituciones judías más respetadas, como la Liga Anti-Difamación, la organización de derechos civiles más reconocida de Estados Unidos y a nivel mundial, dedicada a combatir el antisemitismo, la intolerancia y otras formas de odio y racismo. El LESMC describe a la Liga Anti-Difamación como un grupo de “supremacistas blancos”. El LESMC promueve la narrativa falsa de que el sionismo es una “ideología colonial”. En realidad, el sionismo es un movimiento de liberación que representa el anhelo del pueblo judío ser libres en Israel, su hogar ancestral durante más de 3,000 años.
Este problema ya no se limita a California. En enero de 2022, el LESMC junto con otras organizaciones radicales, anunciaron la formación de una Coalición de Estudios Étnicos Liberados Nacionales (NLESC). Dicha coalición se dedica a “luchar por planes de estudios étnicos liberados” en todo el país. Los miembros de la coalición ya trabajan tanto a nivel nacional como regional en estados como California, Washington, Texas, Minnesota y Massachusetts. Muchos de los mismos grupos que intentan explotar los estudios étnicos K-12 para promover el odio y los prejuicios también están presionando a sindicatos nacionales de maestros para que adopten posturas similares.
Ya estamos viendo conflictos en comunidades de California, como en el Distrito Escolar Unificado Castro Valley, donde el mes pasado se le otorgó a LESMC un contrato para entrenar profesores y crear la programación de aula. El comité escolar y el superintendente de ese distrito escolar excluyeron a los miembros de la comunidad judía local antes de que se aprobara el contrato. Líderes judíos, padres y estudiantes asistieron a una reunión del comité escolar para expresar sus preocupaciones, pero no fueron considerados y el contrato fue aprobado por unanimidad. Es probable que el distrito haya pagado por lo menos parte de este contrato utilizando fondos estatales.
Estos desafíos no ocurren en el vacío y no deben tomarse a la ligera.
Los índices de crímenes e incidentes antisemitas se han disparado, especialmente durante la última guerra entre Israel y Hamás. Este odio crece en parte debido al desconocimiento entre los jóvenes sobre todo lo relacionado con la comunidad judía, desde la identidad judía, la historia y la diversidad hasta el antisemitismo, Israel y el sionismo.
También existen conexiones reales y mortales entre el antisemitismo y otras formas de odio. Por ejemplo, en 2019 un supremacista blanco asesinó a 23 personas en un tiroteo masivo contra latinos en El Paso, Texas. Poco antes publicó un manifiesto promoviendo una teoría antisemita de la conspiración llamada el “Gran Reemplazo”. A veces los judíos son atacados directamente y lo que comienza con los judíos no suele terminar ahí.
Los estudios étnicos podrían ser parte de la solución, pero eso no sucederá si nuestras escuelas adoptan el enfoque “liberado”. En cambio, es mucho más probable que los judíos sean caricaturizados como un grupo religioso blanco privilegiado en lugar de como una minoría étnica diversa enfrentándose al creciente fanatismo en todo el espectro político. Según el paradigma estadounidense contemporáneo, la mitad de los judíos del mundo son considerados personas de color. Y lo más crítico es que bajo la tutela de LESMC y NLESC los estudiantes no aprenderán cómo los supremacistas blancos a menudo están motivados por el antisemitismo y definen claramente a los judíos como no blancos.
En cambio, afirmaciones engañosas y falsas vincularán la injusticia racial en EEUU al conflicto israelí palestino, vergonzosamente explotando fuentes de dolor y división en nuestra sociedad para demonizar a Israel, el sionismo y a los grupos judíos estadounidenses.
Esto inevitablemente creará entornos de aprendizaje hostiles para muchos estudiantes judíos en nuestras escuelas públicas. También hará más difícil identificar y comprender muchas formas de fanatismo que están relacionados con el antisemitismo, perjudicando a todos los estudiantes.
Si bien ha habido grandes y justificados esfuerzos para abordar el prejuicio y el odio al que estudiantes judíos se enfrentan en demasiados campus universitarios, la educación K-12 ha sido descuidada. Eso debe cambiar ahora.
Padres, estudiantes, educadores y líderes deben unirse organizadamente para garantizar que los cursos de estudios étnicos sean reflexivos, inclusivos y equilibrados. En la mayoría de los casos, eso comienza con la participación de los miembros del comité escolar local, administradores y maestros de estudios sociales, y la construcción de relaciones positivas.
Las escuelas tienen la obligación legal y moral de garantizar que todos los estudiantes se sientan seguros y bienvenidos, y todos nosotros podemos desempeñar un papel para que eso suceda. Sin embargo, lo cierto es que si no detenemos en seco los estudios étnicos “liberados”, viviremos en un mundo de fanatismo y prejuicio institucionalizado en las escuelas públicas de todo el país. Es hora de luchar por nuestras comunidades y el futuro que merecen nuestros niños.