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Justin Fenton

Cómo sobrevivió y prosperó un policía corrupto durante una década de comportamiento criminal

BALTIMORE— Mucho antes de la detención y condena del ex agente de policía de Baltimore, Daniel Hersl, por cargos federales de crimen organizado, este ya tenía una mala reputación por brutalidad y conducta nociva—entre los ciudadanos, los abogados defensores e incluso sus compañeros.

Pero su inquietante patrón de quejas de asuntos internos permaneció enterrado en los archivos policiales.

Un nuevo y mordaz informe sobre las raíces del escándalo de corrupción de Gun Trace Task Force, junto con la aprobación el año pasado de una nueva ley que hace públicos los expedientes disciplinarios de la policía, muestra por primera vez cómo Hersl acumuló graves denuncias de mala conducta en el transcurso de 15 años y el escaso castigo al que se enfrentó.

Tan solo en 2014, Hersl tuvo al menos 12 casos de asuntos internos, y en 2016 fue necesario hacerle "intervenciones tempranas" ocho veces, incluso aunque el FBI estuviera realizando en secreto una investigación del escuadrón. Su historial disciplinario contiene más de 10 años de quejas de brutalidad y descortesía, cada una al parecer tratada como si nunca hubiera sucedido.

El consenso respecto al informe elaborado por un equipo dirigido por el ex inspector general del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ), Michael Bromwich, así como de un informe anterior acerca del escándalo elaborado por una comisión estatal, es que Hersl y los agentes como él se quedaron en la calle porque acumularon un elevado número de arrestos y confiscaciones de armas para sus comandantes. Hersl incluso intentó hacer lo que sus comandantes no querían y retirarse él mismo de las calles en 2015, pero la petición le fue denegada por ser un "alto productor", dice el informe.

"Aun teniendo todas las miradas puestas en él —incluso en los niveles más altos de la BPD—, Hersl continuó con su mala conducta, sin sufrir consecuencias significativas", dice el informe. "En lugar de abordar eficazmente su mala conducta, el BPD ignoró en gran medida la amenaza que él representaba, y lo asignó a una unidad que resultó ser el hogar organizativo de una empresa criminal en curso. Esto fue, simplemente, un fracaso institucional catastrófico".

Incluso este recuento detallado es incompleto, porque todos los casos que no dieron lugar a un castigo o que no fueron confirmados fueron eliminados del expediente personal de Hersl, a petición suya, señalaron los investigadores.

Hersl está cumpliendo su condena penal de 18 años, después de haber sido condenado por un jurado federal en 2018. Desde la cárcel, sigue insistiendo en que es inocente, calificándose a sí mismo de un buen policía que tuvo la mala suerte de ser colocado entre los malos.

Es imposible que esa descripción cuadre con los archivos recién publicados.

El informe ofrece una crítica condenatoria no solo de Hersl, a quien otros agentes describen como tan volátil que esperaban que no apareciera en sus escenas del crimen, sino también de la indiferencia que todo el departamento sentía hacia él.

A los pocos años de comenzar su carrera en Baltimore Police, en 2003, Hersl salió a beber con un sobrino suyo menor de edad e hizo un comentario sexualmente explícito a una mujer, según el informe. Ella le lanzó una zanahoria y él le derramó una cerveza sobre la cabeza. Después de que ella lo persiguiera hasta afuera, él la golpeó en la cara con una botella de cerveza.

Los agentes que se encontraban en la zona lo persiguieron y le ordenaron que se tirara al suelo. Se negó y se produjo un forcejeo, según el informe. No se le acusó de agresión ni de haber puesto a alguien más en peligro, ni siquiera de haberse resistido al arresto. En cambio, lo suspendieron de sus funciones durante un poco más de una semana, antes de ser reincorporado por completo a sus usuales. Los fiscales podrían haberlo acusado de algunos delitos, pero decidieron no hacerlo cuando la víctima dijo que no quería llevar el asunto más lejos, según el informe.

El comité de acusación disciplinaria interna del departamento le asignó tres infracciones: desprestigio del departamento de policía, comportamiento fastidioso/ofensivo en estado de embriaguez y desobediencia a las órdenes de los agentes que lo detuvieron, aunque no lo acusaron por agresión. Le dieron una severa carta de amonestación, 10 días de suspensión sin sueldo y que se sometiera a un control de alcoholemia.

Aceptó comprometerse a una carta de amonestación "intermedia", es decir, cinco días de suspensión sin sueldo y un control de alcoholemia, según el informe.

El informe describe un patrón de abuso hacia las mujeres por parte de Hersl: una mujer le dijo a asuntos internos que la llamó "puta"; otra dijo que la acosó sexualmente durante años, diciéndole "Hola, sexi" y otros comentarios; otra dijo que la detuvo mientras llevaba solo su ropa interior y que no le permitió ponerse ropa; cuando detuvo a otra mujer, supuestamente le arrancó el abrigo y le retorció el brazo, diciéndole: "No llores, zorra"; y a otra mujer le rompió el brazo.

Los casos en contra de Hersl que implicaban el uso de la fuerza solían cerrarse en cuestión de días, incluso el mismo día, sin documentación ni seguimiento.

Los residentes que dicen haber tenido malos encuentros con Hersl lo han descrito como un agresor que se deleitaba maltratando a la gente. En una queja de 2015, según el informe, un hombre dijo que Hersl lo registró y encontró un cigarro de marihuana y 60 dólares. El hombre dijo que Hersl le dijo que podía recuperar los 60 dólares si se comía el cigarro. Lo hizo, pero Hersl se quedó con el dinero, afirmó el hombre.

El informe también señala que Hersl se unió a Gun Trace Task Force después de servir durante siete controvertidos años en una unidad predecesora, VCID Eastside 3 del departamento.

"En el transcurso de sus siete años en Eastside 3, Hersl incurrió en un asombroso número de quejas, tanto de ciudadanos como de supervisores. Esto incluyó al menos 24 quejas de Asuntos Internos, cuatro revisiones de uso de la fuerza, siete faltas de comparecencia y tres demandas, lo que dio lugar a que la ciudad pagara más de 200,000 dólares en acuerdos", dice el informe. "Las quejas de Asuntos Internos incluían acusaciones de lenguaje abusivo, acoso, fuerza excesiva, amenaza de alterar evidencias, detención y registro de vehículos sin presunta causa o sin consentimiento, falsificación de documentos de acusación y robo".

El informe dice que casi todos los casos se cerraron —por lo general "con poca o ninguna investigación"— sin encontrar infracciones, incluso en los casos en los que hubo personas que resultaron gravemente heridas por sus acciones y en los que la ciudad tuvo que resolver demandas.

En 2010 y 2011, Hersl acumuló el segundo mayor número de quejas de todos los agentes del departamento, según el informe. El jefe de Asuntos Internos, Grayling Williams, recibió un memorándum, en el que se identificaba a Hersl como el agente "con más probabilidades de tener una interacción negativa con las personas, con base en [su] historial".

En 2011 también se conocieron las primeras denuncias contra Hersl por robo, quien fue condenado en su juicio federal por robar cantidades de dinero tanto grandes como pequeñas.

En un caso, un hombre denunció que un grupo de cinco agentes, entre los que se encontraba Hersl, le quitó 375 dólares, pero solo le devolvió 265. Más tarde, en 2011, Hersl fue acusado de llevarse joyas de una vivienda durante un registro de la misma, y, poco después, Hersl formó parte de un grupo de agentes acusados de detener a un hombre, basándose en una falsa declaración de cargos, y de registrar después su casa en Essex sin una orden judicial.

Ninguna de esas acusaciones se mantuvo.

Otro tema del informe es que los denunciantes supuestamente no hacen un seguimiento o que sus acusaciones son refutadas, algo que Hersl y sus supervisores señalaban para argumentar que Hersl era acusado erróneamente porque en realidad era un agente eficaz. En cierto momento, Hersl también proporcionó a los supervisores una grabación de una llamada telefónica de un recluso de la cárcel, en la que decía que planeaba hacer una denuncia contra Hersl.

Después de que Hersl fuera colocado en un Complaint Monitoring Program en 2003, su supervisor anotó que esto se debía simplemente al "enfoque agresivo y no permisivo de Hersl respecto al trabajo policial[,] que hace que los que infringen la ley le tengan miedo cuando ven que él está en servicio" y, como resultado, los motiva a "presentar quejas específicamente contra él, con la esperanza de que ya no desempeñe sus funciones".

Años más tarde, otro supervisor defendió a Hersl, diciendo: "Debemos recordar que no debemos dejar que los delincuentes de profesión los cuales [sic] destruyen nuestra gran ciudad, dicten las vidas y las carreras de los oficiales que trabajan duro".

Los detectives de asuntos internos escribieron que los denunciantes no devolvían los mensajes de voz, no se presentaban a las reuniones y, en uno de los casos, firmaron una carta certificada pero no hicieron ningún seguimiento.

Pero el departamento permitió que la falta de seguimiento de sus propios agentes fuera haciendo desaparecer los casos. Después de que Hersl supuestamente usara la fuerza para detener a alguien, su sargento notificó a asuntos internos que se había producido un uso de la fuerza.

"Asuntos Internos rechazó la entrada porque el sargento no incluyó un informe de uso de la fuerza", escribieron los investigadores. "Asuntos Internos cerró administrativamente el caso el 24 de julio de 2015, sin un informe de uso de la fuerza o cualquier otra información sobre la detención que condujo al uso de la fuerza".

Los antiguos mandos han dicho anteriormente que, o bien no estaban al tanto de los casos de asuntos internos contra Hersl, o que tenían las manos atadas porque los casos no se sostenían.

Pero el informe del GTTF muestra que en 2016 los altos mandos llevaron a cabo una serie de reuniones acerca de Hersl.

En enero de 2016, el jefe de personal del comisario Kevin Davis, Martin Bartness, el jefe de asuntos internos Rodney Hill, el director de Strategic Development Jason Johnson y el director de Early Intervention Unit, Vernon Herron, hicieron circular una lista de funcionarios problemáticos identificados por Public Defender’s Office y miembros de la abogacía. Hersl estaba en la lista, y Bartness informó que pensaba compartir la lista con el comisario.

"No encontramos ninguna evidencia de que el personal del comisionado Davis tomara alguna medida con respecto a los oficiales de esta lista", dice el informe.

En abril de 2016, los supervisores de Hersl, incluido el actual coronel Kevin A. Jones, se reunieron con asuntos internos para discutir el elevado número de quejas contra Hersl. Durante la reunión, los participantes acordaron que Hersl no podría seguir trabajando horas extra en el lado este de la ciudad, que sería uno de los primeros oficiales en recibir una cámara corporal y que el supervisor de Hersl, Thomas Allers, documentaría todos los casos en los que Hersl ejerciera su autoridad al interactuar con personas, según el informe.

Sin embargo, se mantuvo el escepticismo respecto a la legitimidad de las denuncias: a los agentes se les dijo que proporcionaran información que "demostrara los intentos de las personas de conspirar en contra de Hersl".

Hersl incurrió repetidamente en infracciones por no encender su cámara corporal —seis veces tan solo ese año—, y los supervisores de Hersl fueron convocados a una reunión, descrita en el informe, con el comisario Davis y su segundo al mando. El teniente Chris O'Ree le dijo a Davis que Hersl había dicho que se había quedado estancado en sus viejas costumbres y que tenía problemas para acordarse de activar la cámara.

O'Ree contó que Davis respondió: "Eso es una tontería y lo sabes. Son machos alfa y lo saben. Pueden tener un resbalón, [pero] esconden algo con 20 resbalones".

Hersl siguió asignado al trabajo de vigilancia de las calles y continuó robando a la gente.

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