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Bill Shaikin

Comentarios: Las airadas negociaciones dejan a la liga dividida mientras Rob Manfred y los propietarios mantienen a los jugadores unidos

Hay 30 dueños de equipos de las Grandes Ligas. Cualesquiera que sean las diferencias que puedan tener, no tienden a ventilarlas en las redes sociales, ni suelen utilizarlas.

Hay más de 1.000 beisbolistas. Llevamos tres meses de cierre patronal y dos semanas desde el inicio de los entrenamientos de primavera. Todo lo que los propietarios tendrían que hacer para difundir la impresión de que la unidad de los jugadores podría estar fragmentándose sería aprovechar una o dos publicaciones en las redes sociales diciendo: "Oye, es hora de jugar. Aceptemos el mejor trato que podamos conseguir y vayamos al campamento de preparación".

No hay tales mensajes. Es notable, realmente. Tres meses y ni un solo beisbolista ha cuestionado públicamente la estrategia de negociación de su sindicato.

Es justo decir que la organización gremial ha trabajado duro para mantener a los deportistas unidos. Sin embargo, después de una difícil tarde de negociaciones el sábado, es aún más razonable expresar que el comisionado Rob Manfred y los empresarios han hecho más para que no se dividan que el propio sindicato.

Los Dodgers habrían jugado su primer partido de la Liga del Cactus el sábado. Su apertura de la temporada ahora parece estar en duda. A este ritmo, el encuentro de las estrellas -programado para el 19 de julio en el Dodger Stadium- también podría estar en vilo.

La dirección del sindicato ha pasado dos años preparando a los deportistas para este momento, pero todo lo que podrían haber escuchado por parte de ésta palidece en comparación con lo que han visto de Manfred y los dueños de los equipos durante ese periodo.

En 2020, antes de que la pandemia cerrara todos los deportes, los jugadores de beisbol se erizaron ante el manejo que Manfred hizo del escándalo de las trampas de los Astros de Houston.

Mientras las dos partes discutían cómo reanudar la disciplina ese verano, Manfred y los dueños de los equipos seguían insistiendo en que un acuerdo exigía que los atletas cobraran menos si los partidos se llevaban a cabo sin aficionados, aunque el convenio no decía tal cosa. Eso prolongó las negociaciones, y los beisbolistas a los que se les pagaba por encuentro se mostraron molestos porque una temporada que los propietarios propusieron 82 juegos, acabó en 60.

El año pasado, cuando la Liga del Cactus pidió a la MLB que retrasara un mes el inicio de los entrenamientos de primavera mientras se generalizaba la aplicación de vacunas, los empresarios dijeron que lo harían, pero que no extenderían la temporada 30 días porque las cadenas de televisión querían que la postemporada se jugara en octubre, no en noviembre. Para los jugadores fue: Manfred y los propietarios encontraron una forma de recortarles un mes de los salarios. No fue así, pero todo eso dejó un sabor amargo.

El dos de diciembre, cuando los dueños impusieron el cierre patronal, Manfred escribió en una carta a los aficionados: "Esperamos que la interrupción impulse las negociaciones". Los propietarios no hicieron otra propuesta a los beisbolistas hasta el 13 de enero.

Y, dos semanas después de que el comisionado sugiriera que el mercado de valores podría ser una inversión mejor y más segura que la propiedad de un equipo de la MLB, los Bravos de Atlanta -que forman parte de una empresa que cotiza en bolsa- publicaron el viernes los datos financieros que los equipos no están obligados a hacer.

Los Bravos, campeones de la Serie Mundial, obtuvieron un beneficio de 104 millones de dólares el año pasado, con unos ingresos de 526 millones de dólares. La nómina de los beisbolistas de las Grandes Ligas de los Bravos el año pasado, según Associated Press, fue de 148 millones de dólares.

Esto significa que ese equipo gastó el 28% de sus ingresos en la nómina de los jugadores. En la NBA y la NFL, los deportistas reciben alrededor del 50% de las ganancias.

La NBA y la NFL tienen un tope salarial. La MLB no lo tiene, porque los atletas no lo quieren. Si los Dodgers quieren ofrecer a Mookie Betts una extensión de contrato de 365 millones de dólares y él quiere firmarla, el sindicato no cree que un sueldo máximo artificial deba detener ni a Betts ni a los Dodgers.

En ausencia de un salario máximo, el sindicato acordó un sistema de impuesto de lujo: Los equipos pueden pagar lo que quieran, pero con penalizaciones por encima de una nómina total determinada. El año pasado, los Dodgers y los Padres de San Diego fueron los únicos equipos que solventaron el impuesto, pero cinco equipos gastaron dentro del límite de la cantidad que activaría un gravamen.

Eso, para la organización laboral, es un tope salarial de facto. El sindicato quiere aumentar el gasto mediante el aumento de la cantidad de la nómina que desencadenaría un impuesto; los propietarios pretenden restringir el pago mediante el aumento de las sanciones.

El arbitraje salarial es el único mecanismo por el que un tercero puede determinar el salario de un beisbolista, y una minoría de jugadores puede optar a él. Cuando el sindicato propuso ampliar el número de deportistas elegibles para el arbitraje -para que los más jóvenes cobren algo más cercano a sus valores determinados analíticamente- los dueños dijeron que no.

Los empresarios han acordado pagar más a los jugadores que aún no son electivos para el arbitraje.

Esta semana, los propietarios habrían sugerido cambiar la institución de una lotería del draft por la adición de unos playoffs ampliados. La lotería, una sugerencia del sindicato para desalentar el "tanking" y tal vez alentar nóminas más altas, no garantizaría a los beisbolistas ningún ingreso. La ampliación de los playoffs aportaría a los empresarios unos 100 millones de dólares. Los jugadores no están muy contentos con la propuesta.

Si las dos partes no llegan a un acuerdo antes del lunes, el sector patronal ha amenazado con suspender los partidos de la temporada regular. Para los deportistas, eso representa otro ejemplo de una forma en que los empresarios pueden ahorrar dinero en los salarios.

Esta negociación ha puesto en juego la reputación de Manfred. Antes de ser comisionado, era el abogado laboral de los dueños.

"En la historia del beisbol, la única persona que ha hecho un acuerdo laboral sin una disputa -y yo hice cuatro de ellos- fui yo", dijo Manfred en una conferencia de prensa hace dos semanas. "De alguna manera, durante esas cuatro negociaciones, los jugadores y los representantes del sindicato encontraron la manera de confiar en mí lo suficiente como para llegar a un convenio".

Eso puede volver a suceder. "Siempre estás a un punto de llegar a un acuerdo", expresó.

Sin embargo, su objetivo de negociación declarado en aquella carta de diciembre a los aficionados: "Creemos que un cierre patronal fuera de tiempo es el mejor mecanismo para proteger la temporada de 2022".

Bud Selig, su predecesor, suele ser recordado como quien suspendió las Series Mundiales de 1994. Si los propietarios cumplen su amenaza, Manfred podría estar a un día de ser el comisionado que detuvo el inicio de la temporada 2022.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.

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